Las momias más antiguas del mundo existen desde hace más tiempo que los faraones momificados de Egipto y sus ornamentadas tumbas, pero los estragos del tiempo, el desarrollo humano y el cambio climático están poniendo estos monumentos en riesgo.
El desierto de Atacama de Chile fue alguna vez el hogar del pueblo Chincoro, que comenzó a momificar a sus muertos hace 5.000 años, dos milenios antes que los egipcios, dice Fernando Arriaza, profesor de la Universidad de Tarapacá.
El árido desierto ha conservado restos momificados y otras pistas en un entorno que proporciona a los arqueólogos información sobre cómo vivió el pueblo Cincoro.
La idea de momificar cuerpos puede haber surgido al observar cómo otros restos experimentaban el proceso de forma natural en medio de las condiciones secas del desierto. Según los arqueólogos, los cuerpos momificados estaban decorados con mantas de caña, máscaras de arcilla, cabello humano y más.
Si bien la UNESCO ha designado la zona como Patrimonio de la Humanidad, esta declaración no salva todos los monumentos. Varios museos exhiben la cultura Cincoro, incluido el Museo Arqueológico Miguel de Asaba en la antigua ciudad de Arica. Algunas de las momias y otras reliquias están encerradas de forma segura en esas exhibiciones con clima controlado, pero los restos aún escondidos en el desierto seco están en riesgo.
«Por ejemplo, si hubiera un aumento en la temperatura de la superficie del mar a lo largo de la costa del norte de Chile, aumentaría la humedad atmosférica», dijo Claudio Ladorre, paleoecólogo de la Universidad Católica de Chile, «y eso generaría descomposición». hoy) donde no hay descomposición y se perderían momias».
También es posible que se pierdan otras pistas que los arqueólogos puedan encontrar en el medio ambiente.
«El cambio climático inducido por el hombre es el aspecto que más nos preocupa porque cambiará muchas de las características que componen el desierto hoy», dijo Lador.
Arriaza está trabajando para crear conciencia sobre las momias, lo que espera conduzca a una mayor conservación.
«Es un desafío muy, muy grande porque hay que tener los recursos», dijo Arriaza. «Es el esfuerzo de todos para lograr un objetivo común: proteger el sitio, proteger las momias».
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