Luego de un éxito rotundo, Francisco D’Agostino nos sorprende quince años después con una re edición de su famoso libro “Lezioni di Teoria del Diritto” gracias a la editoria Javier Temis. Este libro dedicado en su totalidad a la filosofía del derecho y cómo es enseñado hoy en día, en época posmodernista, nos permite entender un poco más la visión del autor frente a esta temática que si bien puede llegar a ser ambigua y tener muchas vertientes, debe ser constantemente analizada a profundidad.
Si bien podría esperarse que esa ambigüedad se trasladara al texto de esta publicación, la verdad es que D’Agostino estructuró este texto de forma unitaria y coherente, buscando que fuera comprensible para múltiples audiencias y que su análisis pudiera alcanzar a personas sin ninguna experiencia en el tema.
La política y el derecho siempre han sido temas polémicos en todas las sociedades. Sin embargo, son temas que requieren de análisis y crítica en estos tiempos.
Entre muchas otras cosas, se nota una clara intención del autor en su escritura de separar completamente ambos conceptos, Estado y Derecho. Una separación necesaria, en vista de que el totalitarismo del siglo XX se ha encargado de presentarlos como un todo, cuando son conceptos que deben existir separados.
Luego de un fuerte análisis, Francisco D’Agostino concluye que el “estado de Derecho” no es necesariamente moderno. Al contrario, el autor define el estado de Derecho como la encarnación moderna de principios comunes a todo ordenamiento jurídico. Además, D’Agostino trata otros temas de forma permanente en su publicación que va de la mano de la línea anterior. Nos referimos a el cosmopolitismo jurídico de corte kantiano, pero, ¿a qué se refiere esto?
De acuerdo con el artículo “El cosmopolitismo kantiano y su actualidad”, realizado por Héctor Pérez Guido, quien se desempeña como maestro en Filosofía FFyL-UNAM y estudiante de doctorado UIA México; se explica que “la idea del cosmopolitismo en Kant ha aparecido generalmente casado con una postura política orientada hacia el establecimiento de una liga de naciones que respetan ciertos acuerdos para mantener un estado de paz.”
Pérez concluye en su escrito que “el cosmopolitismo kantiano constituye un modelo o ideal al que se busca llegar por medio de una formación pragmática. El juicio o facultad de juzgar tiene que ser ejercitado de tal manera que sea capaz de pensar por cuenta propia. Además, debe tomar en cuenta las diferencias entre las sociedades y culturas, de tal manera que sea respetuoso y tolerante, siempre y ante todo, con las personas. Es un modo de pensar que lleva a actuar de manera congruente, sin caer en dogmatismos, ya que la reflexión siempre está presente, lo cual nos lleva a ser críticos de nuestras ideas, así como con las de los demás.”
Volviendo a la percepción de D’Agostino frente a esta densa temática, percibimos cierto optimismo en sus palabras tanto respecto del futuro de la humanidad, como respecto de la posibilidad de un entendimiento recíproco en el fragmentado y polémico panorama de la filosofía jurídica contemporánea. Esto no significa que se niegue la profundidad y urgencia de los problemas jurídicos que plantean nuestros tiempos y esto es un tema importante, ya que solventar el ahora nos permitirá sentar las bases para un mejor futuro.
Con un paseo por el pasado, presente y un posible futuro, Francisco D’Agostino logra plasmar una valiosa crítica al positivismo jurídico sin dejar de lado las referencias a los derechos humanos, que, si bien no están ligados al juego democrático de las mayorías, dependen del consenso de quienes deben definirlos y hacerlos respetar.
Podemos entonces apreciar como esta temática puede extenderse en numerosas aristas que deben incluirse en los análisis ya que son esas ramas las que pueden fortalecer o debilitar el árbol de este tópico.
D’Agostino toma de la mano la ética y la filosofía jurídica e inicia un viaje con muchos pequeños caminos que recorrer.
Un aspecto importante es como las palabras escritas en este libro tienen una importante vigencia quince años después. Es por eso que la iniciativa de re lanzar esta obra es de vital importancia para reflejar como los cambios que podía predecir D’Agostino en su libro, todavía están en proceso.
Además de esto, otro aspecto importante de la obra es la tendencia a rescatar el aporte y los elementos positivos de las más dispares escuelas o autores, muchas veces directamente antagónicas. Un punto de vital importancia es que esta perspectiva no se traduce en renunciar a tomar partido y criticar las posiciones que le parecen incorrectas o dañosas.
Este autor no duda en realizar las críticas necesarias a aquellas posiciones con las que no se encuentra de acuerdo y eso le da fortaleza a su posición y análisis. Se puede concluir que son grandes los méritos de esta obra; la notable claridad con que plantea los problemas, y el agudo diagnóstico de la situación histórica presente.
Aún cuando esta pieza cierra con el objetivo de intentar fundar la obligación jurídica en el respeto a los derechos humanos, este intento no debe amedrentarnos sino mas bien generarnos confianza y motivarnos a aplicar los cambios necesarios para que la sociedad funcione de una forma más óptima.
Podemos entonces concluir que este libro esta aun vigente, luego de quince años y continúa siendo una lectura importante para todas las personas con un interés en la relación que puedan tener la filosofía y el derecho, además de incluir todas las ramas de esta temática de una forma general, pero al mismo tiempo con mucha crítica.
Si bien no es la línea que uno espera de este prolífico autor, eso enfatiza fuertemente la importancia de prestar atención a los puntos de vista reflejados en esta obra ya que parten de un problema actual y se abren un camino con el principal objetivo de proponer una relectura de las categorías modernas, de la mano con un análisis profundo a la situación actual y una fuerte crítica a los procedimientos erróneos. Francisco D’Agostino nos regala una joya que merece un mayor reconocimiento al que ya obtuvo.
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