La bióloga Marly Cuba supervisa el laboratorio de la Universidad de Concepción, que alberga más de 15.000 especímenes de las dos únicas plantas con flores de la Antártida. Su trabajo es crucial para preservar la biodiversidad de la región.
En la Antártida sólo crecen dos tipos de plantas con flores autóctonas: Deschampsia Antártida, hairwort antártico, una hierba parecida al trigo; Y Colpanto coitensisPlanta perla antártica, miembro de la familia del clavo.
Luego de su primer viaje a la Antártida en 2009, la bióloga Marly Cuba creó su propia colección de plantas nativas de la Antártida. Actualmente cultiva más de 15.000 especímenes de plantas en el laboratorio del campus de UCLA, donde es investigadora y conferenciante frecuente. Su objetivo es estudiar las características únicas de especies que son capaces de sobrevivir en condiciones climáticas extremas.
“Son las dos únicas plantas que viven de forma natural en la Antártida, por lo que nos dan pistas sobre algunas propiedades especiales que poseen que les permiten vivir y adaptarse a estas condiciones, que para otras plantas son muy duras. muy especial que permite que puedan vivir y crecer en estas condiciones”, afirma el científico cubano. La Dra. Cuba llegó a Chile hace 23 años para realizar su doctorado en bioquímica en la Universidad de Chile. Ahora vive en la zona del Biobío.
La Dra. Cuba explica que una ventaja de cultivar y propagar estas plantas en el laboratorio es que puede realizar sus investigaciones sin tener que viajar constantemente a la Antártida, reduciendo así su huella de carbono y el impacto humano en el área donde crecen estas especies.
Respecto a los efectos del calentamiento global, el doctor Cuba dice que estas plantas antárticas tienen la capacidad de adaptarse al cambio y son lo suficientemente flexibles para seguir creciendo bajo nuevas condiciones ambientales. En algunas zonas, el número de estas especies ha aumentado. Sin embargo, el principal riesgo que enfrentan como resultado de condiciones más favorables es la aparición de nuevas especies que pueden volverse invasoras y competir con las plantas nativas de la Antártida.
La Dra. Cuba y sus estudiantes cuidan miles de plantas en el laboratorio. Durante la pandemia, la universidad suspendió la enseñanza presencial y el investigador tuvo que tomar medidas adicionales para cuidar las plantas de la Antártida. Incluso lo llevaba a casa para trabajar durante el día, antes de llevarlo al laboratorio cada noche. “Es un trabajo interesante pero muy detallado”, explica Marelli, ganador del Premio de Ciencias Antárticas 2018 que otorga el Instituto Antártico Chileno.
“El patrimonio genético de cualquier país es de suma importancia, porque forma parte de la conservación de la biodiversidad”, explica el doctor Cuba. Agrega que actualmente trabaja en un proyecto en cooperación con el Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán, en México, que se enfoca en descifrar los mecanismos que permiten a estas plantas responder a la salinidad.
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