Cuando el jefe de investigaciones de The Guardian, Paul Lewis, me contó por primera vez sobre una filtración masiva de datos que sugería que los regímenes autoritarios podrían haber estado usando software de piratería de teléfonos inteligentes para atacar a activistas, políticos y periodistas, quizás la peor parte fue que no me sorprendió particularmente.
Cuanto más hemos aprendido sobre la vigilancia global, desde los hallazgos de Snowden de The Guardian en 2013, más se ha acostumbrado el mundo a la idea de que los gobiernos, tanto democráticos como antidemocráticos, están profundamente interesados en el uso de la tecnología y los teléfonos en nuestros bolsillos mantienen un ojo en nosotros.
The Guardian y otras 16 organizaciones de medios que trabajan con Forbidden Stories, una organización de medios sin fines de lucro con sede en París, revelaron esta semana la inquietante forma en que periodistas, activistas de derechos humanos, políticos y otros pueden ser atacados con spyware o ‘spyware’.
La herramienta de pirateo de teléfonos, Pegasus, puede recopilar datos, grabar videos con la cámara del teléfono, activar el micrófono en secreto y tomar capturas de pantalla e información de ubicación, todo sin el conocimiento del propietario. El teléfono puede infectarse sin que su propietario toque una llamada o mensaje entrante.
NSO vende su software a 40 gobiernos de todo el mundo (no diga cuál) y dice que está destinado a ayudarlos a investigar a terroristas y criminales. Pero una lista filtrada de decenas de miles de números, muchos de ellos pertenecientes a personas sin un vínculo aparente con la delincuencia, y un análisis forense realizado en algunos de sus teléfonos, sugiere que algunos gobiernos están espiando a activistas a favor de la democracia, periodistas que investigan la corrupción y políticos. . oponentes.
Dichas investigaciones son legalmente tensas y técnicamente complejas, e involucran a decenas de periodistas, expertos en TI y abogados internos en múltiples ubicaciones. Los investigados suelen ser muy reservados y tienen muy buenos recursos, tanto económicos como técnicos. No quieren el escrutinio al que los someten los valientes periodistas. Puede haber un alto riesgo de publicar cosas que los influencers no quieren publicar.
Sin embargo, para The Guardian, tales investigaciones son el núcleo de nuestra misión. Gracias a nuestra independencia, podemos investigar con valentía, poniendo la verdad en la agenda del propietario, inversionistas o accionistas. Y debido a que estamos financiados por lectores, hemos podido mantener nuestro periodismo abierto para que todos lo lean, de modo que cuando aparezcan historias importantes como esta, todos puedan leerlas.
Desde los descubrimientos de Snowden hasta nuestro escrutinio constante de la gran tecnología, The Guardian tiene un historial de exponer cómo se puede subvertir la tecnología para abusar de la democracia y los derechos humanos.
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